martes, 18 de agosto de 2009

LA JUNGLA

Desde que salimos de excursión hacia el noroeste, Lucas estaba convencido que nos íbamos a la jungla, Desde que iniciamos el viaje, del que fué previamente informado , nos venía recordando que ibamos a ir. Por motivos obvios, sobre todo para el que lo conoce, el tema era bastante atractivo, pues, como todo el mundo sabe, la Jungla es un lugar en paz, llenos de lianas que te permiten ir de arbol en arbol sin tocar el suelo y sobre todo porque está llena de animales salvajes! según su propia descripción.



Finalmente cumplir su sueño, eso si, para ello, tuvimos que hacer 200 km de coche para cambiar de la Rivera del Paraná a la del Uruguay, otra vez. Después 50 de carretera más pequeña hasta los límites del Parque y 30 más de camino de tierra, ya con paisaje selvático a nuestro alrededor, para llegar allí donde el coche no puede pasar, e iniciar nuestra camino a pie por un sendero desbrozado en mitad de la selva.



Tal fue el entusiasmo, que se nos hizo de noche en mitad de ese fabuloso paisaje, así que, como habíamos visto un refugio 8 Km. antes, nos fuimos para allá. Cuando llegamos nos encontramos todo oscuro y no había nada. De repente vimos una luz, era una linterna del señor que cuidaba el establecimiento, al comentarle que buscábamos un sitio para dormir, encendió el motor del grupo electrógeno y de repente, en mitad de la selva, apareció, como por arte de magia, un fantástico refugio de madera, decorado con numerosas artesanías autóctonas y súper acogedor, y su mujer nos preparó un guiso que nos supo a gloria. la razón por la cual estaba apagado era fácil. Éramos los únicos huéspedes!.





Ya cuando nos acostamos, Lucas no se podía dormir de la euforia, su cara era la expresión de la felicidad, no obstante nos quedó pendiente el tema de los animales salvajes, pues con el ruido que iban formando, él, su hermana Carolina y su prima Candelaria, el animal más salvaje que pudimos ver fue a un agente de la Gendarmería Federal que se iba de permiso.





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